Hoy he leído una frase que me ha impactado:

"Sencillamente vivo. No pienso en lo que no vivo, pienso en lo que vivo. Es mejor así".

 

Hay personas para las que, de alguna forma, vivir el presente es algo natural.

Personas que lo que hacen es estar siempre observando lo que ocurre con curiosidad, como lo hace un niño.

 

Porque esto, que parece absurdo para los adultos, esto que parece que no tiene importancia y que es mejor disimular tu curiosidad y no vivir lo que ocurre ahora, es un tremendo error.

Porque la curiosidad es esa parte imprescindible para estar atento a todo.

 

Y aquí vuelvo otra vez a esas dos palabras que son tan importantes: darse cuenta.

Porque igual que un niño está en un continuo darse cuenta de lo que pasa ahora, los adultos tendríamos que tener esa actitud siempre.

Darte cuenta de que en este momento tu mujer te habla y saber que no hay nada más en el mundo que esto ahora.

Darte cuenta de que tu hijo está jugando solo e ir a pasar un tiempo con él, en un absoluto estar ahí, disfrutando del momento.

 

Darte cuenta de que cuando meditas, hay pensamientos que ocurren en tu cabeza.

Pensamientos que no puedes controlar, simplemente están ahí.

Lo que haces es observarlos, prestar atención, darte cuenta de que estos son parte de ti, pero que no eres tú quien los produce.

Para que en tu día a día, cuando no estás meditando, cuando estás en el ajetreo del trabajo, con la familia o con amigos, puedas ver que estos pensamientos siguen apareciendo y que te apartan de la conversación, quieren atraparte.

Y luego haces lo mismo que cuando estás meditando, los apartas y sigues prestando atención a la persona que te está contando algo que es importante en el mundo, ahora.

 

Meditar te ayuda a ejercitar esa concentración que necesitas para ver cómo tu vida se vuelve un continuo momento presente.